En el momento en el que el óvulo es fecundado por el espermatozoide, comienza en él la formación de una nueva vida. Aquí es donde también comienzan a formarse varios otros órganos provisionales y uno de ellos es la vesícula vitelina. El saco vitelino es crucial para la correcta formación del embrión durante las primeras semanas de embarazo1. Pero, ¿sabes qué es y qué hace el saco vitelino? ¿Sabes qué papel desempeña en la formación del bebé y hasta cuándo está disponible? ¡Vamos a descubrirlo!

¿Cómo se forma?

Con la fecundación del óvulo y la formación de un nuevo núcleo de células, el cigoto se dirige al útero. Por este camino, las células se multiplican rápidamente, y se dividen cada vez más. Al llegar a la cavidad uterina, el paquete celular recién formado se divide de nuevo, esta vez en 2 partes.

Una de ellas será el bebé y la otra parte será el soporte que esta nueva vida tendrá durante el embarazo. La segunda parte se adherirá al útero, se asentará y creará una especie de raíz para extraer del endometrio toda la sangre necesaria para la vascularización inicial del bebé.

La implantación es una fase delicada y puede provocar dolores leves e incluso hemorragias; sin embargo, también es posible que no sientas nada anormal. Cuando se produce la implantación, el desarrollo se acelera. El futuro bebé se comienza a formar a un ritmo acelerado, dandole lugar al tubo neural2. Al mismo tiempo, la otra parte se convierte en una especie de globo, y se transforma en el saco vitelino.

Vídeo con el saco vitelino a las 6 semanas

¿Qué hace?

Al igual que la placenta, el saco vitelino mantiene al embrión con oxígeno, nutrientes y sangre, pero con una diferencia: es temporal y sólo permanece hasta que la placenta haya alcanzado el tamaño y la madurez necesarios para asumir su papel en el embarazo. Como es estimulada por la hormona HCG, crece mucho más rápido e, incluso antes de que pueda aparecer el bebé, ya empieza a funcionar.

El aspecto de la vesícula vitelina es bastante peculiar y característico, ya que se parece a un globo, pero de un tamaño diminuto, proporcional a la fase de gestación. Se puede ver en las ecografías a partir de las 5 semanas, junto con el saco gestacional. En esta fase, el tamaño del saco vitelino es mucho mayor que el del bebé. Por eso es posible que en la primera ecografía no se vea al bebé, sino sólo a la vesícula. A medida que pasan las semanas, el bebé crece y la vesícula biliar se hace más grande y, por eso, se puede ver en la ecografía.

¿Hasta cuándo está activa la vesícula biliar?

Por regla general, la vesícula biliar está activa hasta las 10 semanas de embarazo, aproximadamente. Esto se debe a que la placenta debe tener el tamaño y el aspecto ideales para asumir su función al 100%. Cuando la placenta se hace cargo de la nutrición del bebé, la vesícula queda inutilizada y se irá marchitando con el paso de los días. No hay que preocuparse por la vesícula una vez iniciada la función de la placenta, ya que ésta tomará el relevo rápidamente sin necesidad de cesar el apoyo de vascularización, que siempre fue constante.

Problemas con la vesícula biliar

Es posible que en la primera ecografía se detecten algunas anomalías. Una de ellas es el aumento del tamaño de la vesícula vitelina o vesícula vitelina hidrópica3. Si es más grande de lo esperado (entre 3 y 5 mm a las 6 semanas), puede haber un problema en el desarrollo del feto.

Sin embargo, esto no es una regla, sólo una posibilidad que el médico deberá investigar en unos días con una nueva prueba de imagen. Normalmente, la vesícula es más grande que el embrión, pero no puede superar el límite de tamaño de 1 a 2, es decir, no puede ser el doble de grande que el bebé en una fase temprana. Si esto ocurre, hay que investigar qué está pasando: si hay demasiada estimulación hormonal o si hay un problema genético de malformación fetal.